150 ciudadanos, en un crisol de culturas y nacionalidades, perecieron la semana pasada en los Alpes franceses tras, según apuntan ya de manera definitiva, la accion voluntaria del copiloto del vuelo, Andreas Lubitz, llevándoles a la muerte de manera premeditada. Como ocurre en cualquier vuelo de carácter internacional, poco importa el lugar de despegue y el de destino en lo que respecta al color de los pasaportes en tránsito, en un planeta que se conecta a escalas de manera imparable, consecutiva, y donde la residencia vence al ius sanguinis de manera aplastante. Todos nacemos aquí o allá, pero nos desplazamos por el orbe a la velocidad que nos permite la actual tecnología de transporte, así como las necesidades laborales, vitales y existenciales.
Una vez consumada la certeza de una catástrofe sin supervivientes, los familiares y allegados de las víctimas desplazados hasta el trágico lugar del siniestro fueron recibidos por un…
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